En
la vida, existe una formula que es infaltable en el ser humano. Esta
fórmula tiene años de descubierta y ha sido utilizada por millones de
gentes para manipular a sus congéneres. Algunos la utilizan de forma
consciente y son muy peligrosos, pero quienes la utilizan de manera
inconsciente, lo son aun más.
Sexo.
En el año de 1983. Trabajaba en la zona Sur del D.F. Mi oficio en ese entonces ya era la ventaneria de aluminio, pero antes había recorrido otros oficios entre ellos el de pintor y en alguna ocasión recurrí a lo aprendido para suplir a algún maestro ausente y poder terminar el trabajo que de otra manera tendría que quedar pendiente. Un día martes mientras trabajaba en un edificio de cinco plantas, fui informado de que los ingenieros residentes de la constructora querían hablar conmigo, como mi trato con ellos era muy limitado, ya que mi patrón se encargaba de ultimar detalles con ellos, me pareció extraño que me llamaran directamente y más aun con la premura que lo hacían. Reuní mi herramienta y la guarde en la bodega general mientras acudía a la oficina que se encontraba a unas dos cuadras del edificio, por ese entonces la zona estaba plagada de construcciones y lotes baldíos, tan solo unas cuantas casas estaban habitadas y las calles eran transitadas en mayor parte por gente de obra, así podías ver desde albañiles, herreros, pintores hasta vendedores de comidas y bebidas preparadas, como en todos los rubros de esta vida, también hay personajes que parecen estar fuera de lugar y en ocasiones te encontrabas con personalidades que parecían llegadas de otra dimensión, una de ellas era una mujer morena de unos cuarenta años, tan morena que solo por los rasgos de su rostro no la confundías con negra, era gorda, chaparra y bebedora, le apodaban "La Canica", al parecer era ayudante de albañil, pero todo mundo sabía que aquel que la contrataba buscaba sexo y lo más seguro era que lo consiguiera.
-Mira esa gordita, wey ¿A poco no te la cogías?- Me pregunto un día Alejo. Quien tan solo contaba dieciséis años por aquel entonces y estaba atrapado en las redes del deseo (Igual que un servidor, aunque yo era cuatro años mayor)
-¿Yo? ¿Por qué? -Reclame divertido.
-Porque a ti te gustan mayores
- Pero no tan mayores, no chingues. Mejor me cojo a tu abuelita.
- ¡Chinga tu madre!- Mientras reíamos, la vimos perderse entre las construcciones. Una mujer madura, con muy poco atractivo para dos jóvenes que se consideraban "La Gran Cosa".
Una vez en las oficinas de la constructora, fui informado de la causa de mi llamado.
-Mira, mano. Te tengo una chamba que te va a dejar una buena lana. ¿Te acuerdas de la casa estilo americano?- Asentí en silencio, la sonrisa de ese mamón siempre me provoco desconfianza-Bueno, pues los dueños se pelearon con los carpinteros y estos les dejaron botado el trabajo, nomas agarraron sus cosas y se largaron. A los dueños les urge que se termine de barnizar el piso del recibidor, la escalera principal y parte del pasillo del primer piso.
-¿Y?
- Y que quieren que tú te lo chingues. El albañil ese que le dicen el flaco, les dijo que tú barnizas y como les hiciste las ventanas, quieren que tú barnices.
- ¿Pa' cuando?
-Mañana tiene que estar terminado.
- No, ni madres, no sale de aquí a mañana. Además yo no soy barnizador.
- ¿Entonces quien barnizo las puertas de la señora Bravo?
- Yo, pero porque eran muy urgentes y no había barnizador
- Y ¿De qué estamos hablando?- Me dijo en un tono que me hizo sentir estúpido y acorralado.
En el año de 1983. Trabajaba en la zona Sur del D.F. Mi oficio en ese entonces ya era la ventaneria de aluminio, pero antes había recorrido otros oficios entre ellos el de pintor y en alguna ocasión recurrí a lo aprendido para suplir a algún maestro ausente y poder terminar el trabajo que de otra manera tendría que quedar pendiente. Un día martes mientras trabajaba en un edificio de cinco plantas, fui informado de que los ingenieros residentes de la constructora querían hablar conmigo, como mi trato con ellos era muy limitado, ya que mi patrón se encargaba de ultimar detalles con ellos, me pareció extraño que me llamaran directamente y más aun con la premura que lo hacían. Reuní mi herramienta y la guarde en la bodega general mientras acudía a la oficina que se encontraba a unas dos cuadras del edificio, por ese entonces la zona estaba plagada de construcciones y lotes baldíos, tan solo unas cuantas casas estaban habitadas y las calles eran transitadas en mayor parte por gente de obra, así podías ver desde albañiles, herreros, pintores hasta vendedores de comidas y bebidas preparadas, como en todos los rubros de esta vida, también hay personajes que parecen estar fuera de lugar y en ocasiones te encontrabas con personalidades que parecían llegadas de otra dimensión, una de ellas era una mujer morena de unos cuarenta años, tan morena que solo por los rasgos de su rostro no la confundías con negra, era gorda, chaparra y bebedora, le apodaban "La Canica", al parecer era ayudante de albañil, pero todo mundo sabía que aquel que la contrataba buscaba sexo y lo más seguro era que lo consiguiera.
-Mira esa gordita, wey ¿A poco no te la cogías?- Me pregunto un día Alejo. Quien tan solo contaba dieciséis años por aquel entonces y estaba atrapado en las redes del deseo (Igual que un servidor, aunque yo era cuatro años mayor)
-¿Yo? ¿Por qué? -Reclame divertido.
-Porque a ti te gustan mayores
- Pero no tan mayores, no chingues. Mejor me cojo a tu abuelita.
- ¡Chinga tu madre!- Mientras reíamos, la vimos perderse entre las construcciones. Una mujer madura, con muy poco atractivo para dos jóvenes que se consideraban "La Gran Cosa".
Una vez en las oficinas de la constructora, fui informado de la causa de mi llamado.
-Mira, mano. Te tengo una chamba que te va a dejar una buena lana. ¿Te acuerdas de la casa estilo americano?- Asentí en silencio, la sonrisa de ese mamón siempre me provoco desconfianza-Bueno, pues los dueños se pelearon con los carpinteros y estos les dejaron botado el trabajo, nomas agarraron sus cosas y se largaron. A los dueños les urge que se termine de barnizar el piso del recibidor, la escalera principal y parte del pasillo del primer piso.
-¿Y?
- Y que quieren que tú te lo chingues. El albañil ese que le dicen el flaco, les dijo que tú barnizas y como les hiciste las ventanas, quieren que tú barnices.
- ¿Pa' cuando?
-Mañana tiene que estar terminado.
- No, ni madres, no sale de aquí a mañana. Además yo no soy barnizador.
- ¿Entonces quien barnizo las puertas de la señora Bravo?
- Yo, pero porque eran muy urgentes y no había barnizador
- Y ¿De qué estamos hablando?- Me dijo en un tono que me hizo sentir estúpido y acorralado.
-Como sea, yo no puedo, tengo descanso hasta el domingo, pa' mañana nomas no sale. Búsquense otro.
-Pues hazlo hoy y te llevas un buen dinero, no son tantos metros.
- No. no tengo ni ayudante, mi ayudante no se presento a trabajar
- ¿No puedes solo?- Retador
- Hasta pa' pecar hacen falta dos.
Sonriendo insistió. - Éntrale, ofrecen buena lana
- ¿Cuánto?
- Tres mil
-Por ahí hubiéramos empezado- Mi sueldo semanal era de dos mil quinientos pesos, esa oferta era irresistible.- Pero se va a enojar mi patrón y necesito un ayudante.
-Tu patrón no te corre, y el ayudante yo te lo consigo y te lo mando, nomas tú le pagas. ¿Cuánto le vas a pagar?
- Quinientos.
- Orale. Vete a empezar y yo te mando un ayudante.
- Le dice que es a terminar ¿Eh?. Y me fui a reconocer la obra y checar materiales, cuando entre me sorprendió agradablemente el avance del trabajo. Yo esperaba algo más complicado, pero en su mayor parte ya estaba preparado para el barniz y era muy poco lo que tenía que resanar, en un rincón encontré el material completito. si las cosas se daban, para el final de la tarde estaría terminado el trabajo, sin necesidad de velar me podía embolsar dos mil quinientos pesos libres de polvo y paja. Mientras barría la planta baja, escuche llamar a la puerta y acudí a abrir, me sorprendí al ver que quien tocaba era "La canica" y más aun al conocer el motivo de su presencia.
-Pues hazlo hoy y te llevas un buen dinero, no son tantos metros.
- No. no tengo ni ayudante, mi ayudante no se presento a trabajar
- ¿No puedes solo?- Retador
- Hasta pa' pecar hacen falta dos.
Sonriendo insistió. - Éntrale, ofrecen buena lana
- ¿Cuánto?
- Tres mil
-Por ahí hubiéramos empezado- Mi sueldo semanal era de dos mil quinientos pesos, esa oferta era irresistible.- Pero se va a enojar mi patrón y necesito un ayudante.
-Tu patrón no te corre, y el ayudante yo te lo consigo y te lo mando, nomas tú le pagas. ¿Cuánto le vas a pagar?
- Quinientos.
- Orale. Vete a empezar y yo te mando un ayudante.
- Le dice que es a terminar ¿Eh?. Y me fui a reconocer la obra y checar materiales, cuando entre me sorprendió agradablemente el avance del trabajo. Yo esperaba algo más complicado, pero en su mayor parte ya estaba preparado para el barniz y era muy poco lo que tenía que resanar, en un rincón encontré el material completito. si las cosas se daban, para el final de la tarde estaría terminado el trabajo, sin necesidad de velar me podía embolsar dos mil quinientos pesos libres de polvo y paja. Mientras barría la planta baja, escuche llamar a la puerta y acudí a abrir, me sorprendí al ver que quien tocaba era "La canica" y más aun al conocer el motivo de su presencia.
- Hola, busco al barnizador ¿Eres tú?
- A los barnizadores los despidieron, ya no trabajan aquí- Respondí, pensando que buscaba a los barnizadores anteriores.
-¿Y entonces por qué me mandaron a ayudarle a un barnizador aquí?- Interrogo sonriente.
-¿La mandaron a ayudarme? ¿Quién?
-El ingeniero "Greñas" Me dijo que me ibas a pagar quinientos si te ayudaba a terminar. - El ingeniero que me entrevisto, era conocido como el "Greñas" por usar el pelo largo y al parecer había decidido jugarme una broma pesada, el muy culero mandándome a la canica de ayudante. -¿Quieres que te ayude o no?- Pregunto la canica ya un poco molesta
- Mire, hay que lijar algunas partes y barrer todo el polvo de madera, debe estar muy limpio, pa' que no se contamine el barniz. Yo creo que echándole ganas, por ahí de las siete u ocho ya estamos terminando.
-Pos ya le estamos dando. Pero que conste que me vas a dar quinientos ¿Eh?- Recalco desconfiada.
- A los barnizadores los despidieron, ya no trabajan aquí- Respondí, pensando que buscaba a los barnizadores anteriores.
-¿Y entonces por qué me mandaron a ayudarle a un barnizador aquí?- Interrogo sonriente.
-¿La mandaron a ayudarme? ¿Quién?
-El ingeniero "Greñas" Me dijo que me ibas a pagar quinientos si te ayudaba a terminar. - El ingeniero que me entrevisto, era conocido como el "Greñas" por usar el pelo largo y al parecer había decidido jugarme una broma pesada, el muy culero mandándome a la canica de ayudante. -¿Quieres que te ayude o no?- Pregunto la canica ya un poco molesta
- Mire, hay que lijar algunas partes y barrer todo el polvo de madera, debe estar muy limpio, pa' que no se contamine el barniz. Yo creo que echándole ganas, por ahí de las siete u ocho ya estamos terminando.
-Pos ya le estamos dando. Pero que conste que me vas a dar quinientos ¿Eh?- Recalco desconfiada.
-
Si. Ese es el trato. Entonces, hágame favor de barrer desde el pasillo
de arriba para que no nos caiga el polvo y por favor cheque que estén
bien cerradas todas las ventanas y las puertas para que no entre nada de
polvo.
-¿Me vas a encerrar?- Interrogo sugestiva. ¿Por cuánto tiempo?
-Hasta que acabemos.
-¿En serio?
- Si. No se puede abrir hasta en la tarde porque si se mete el polvo se pega en el barniz
- ¿Y qué vamos a comer? ¿Barniz? ¡No mames!- Yo en la emoción del dinero que pensaba cobrar, no había pensado en la comida, pero a esa hora todavía no vendían comida preparada y si quería terminar a buena hora no podía esperar, tenía que empezar a trabajar ya.
- Pues si quiere vaya a buscar algo para comer, pero no se tarde o se queda afuera, porque si empiezo a barnizar ya no abro.
-Pos dame dinero, yo no traigo y además al maestro le toca disparar la comida.
Saque un billete de cien pesos y se lo di.
-Tráigase un pan bimbo, jamón y queso.
-Y una cerveza ¿No?
-Andele pues. No se tarde, que hay que echarle ganas-. La vi alejarse y no pude contener una sonrisa, llevaba puesta una falda negra apretadisima y una blusa morada con estampado de flores, unas calcetas blancas hasta las rodillas y tenis de lona. Di la vuelta y regrese al trabajo. Arrodillado en el piso buscando afanosamente algún detalle por resanar, no sentí pasar el tiempo hasta que escuche llamar nuevamente a la puerta. Era la canica de regreso con dos bolsas. En una traía todo lo necesario para preparar una comida rápida y en la otra traía tres caguamas (Botella de cerveza en su presentación más grande) y una enorme sonrisa en la boca. - Ya volví- exclamo y su aliento alcohólico llego para anunciarme que ya había iniciado la fiesta.
- Pásele. Ya se tomo una cerveza ¿Verdad?
-A ti también te traje, mira- Mostrando la bolsa con las caguamas - Ayúdame, cabrón. No eres nada caballeroso, chinga.- Tome la bolsa y mientras buscaba un lugar en donde ponerla, le informe.
- Yo no tomo.
-¿Nunca?
- Casi nunca, una que otra vez en alguna fiesta.
- Pos hoy vas a tomar conmigo.
- No estamos aquí para tomar. Estamos para sacar un trabajo urgente.- Conteste mientras me preparaba un sándwich.
-Ay wey. ¿A poco muy responsable?- Su actitud me llevo a preguntarme si solo se había tomado una cerveza y al mirar mi reloj me sorprendí al constatar que se había tardado más de una hora en comprar la comida. Me acerque un bote y me senté en el, mientras me comía mi sándwich.
-¿Qué, no me piensas hacer uno a mi?- Interrogo la canica
- Nel. No soy su cocinero.-Respondí molesto.
- Uyuyuy, mano. Tu de veras te crees muy chingón ¿verdad?- Ante mi silencio, continuo- Pa' mi eres un pinche escuincle, no me quieras apantallar, mamoncitos como tú me los paso por el arco del triunfo. Estoy hasta la madre de pinches presumiditos que al rato me andan pidiendo las nalgas.
-¿Que le parece si lo dejamos así?- Propuse ya bastante encabronado- come, se lleva sus caguamas y si la vi, no me acuerdo
-¿Me corres?
-No... La estoy invitando a remar en Chapultepec- irónico.- Ya llévese la bolsa de caguamas y ahí nos vidrios. Yo tengo mucho trabajo y usted nomas me está quitando el tiempo.
- Pos no me voy wey. ¿Cómo ves? A ver, sácame culero.- Decidí no dar pie a sus agresiones y me prepare otro sándwich. Ella al sentirse ignorada insistió. -¿De verdad no me vas a invitar de tragar?
-Invitada ya esta. No come porque no quiere, la comida ahí esta. Prepárese lo que quiera.- Se inclino frente a mí y se preparo un bocado sin perderme de vista, se sentó en el segundo escalón de la escalera principal.
- Yo si te voy a servir cerveza, Pa' que veas que no soy gacha como tú. Pinche presumidito.- Se levanto y al darme la espalda pude notar que su falda se empolvo justo en las nalgas dejando la parte central con su color original, esto me causo gracia y sonreí. Era como tenerla desnuda frente a mí, aunque con la falda puesta.
-¿De que te ríes?- Pregunto mientras me ofrecía un vaso desechable lleno de cerveza. Lo recibí y di un sorbo.
-¿Esta prohibido sonreír?- Conteste.
-Mira, hijo. Si te vas a reír, que sea conmigo. Nunca de mí. ¿Quedo claro?
- Muy claro.
-Tómale bien, parece que estas tomando atole- Me recrimino refiriéndose a la cerveza.
-Así tomo yo. Usted no se fije. Acuérdese que venimos a chambear. Me levante, apure el resto de cerveza y me dispuse a continuar mi trabajo.
-¿Que, ya terminaste?-Interrogo
-Todavía ni empiezo. Termine de comer y me hace favor de barrer el pasillo y la escalera.
- No chingues, apenas voy empezando- Reclamo airada.
-Mire, o yo no hablo en español o usted escucha en chino, pero no nos estamos entendiendo pa' ni madres. Dije que termine y cuando lo haya hecho por favor barre. ¿Quedo claro?
-¿Me vas a encerrar?- Interrogo sugestiva. ¿Por cuánto tiempo?
-Hasta que acabemos.
-¿En serio?
- Si. No se puede abrir hasta en la tarde porque si se mete el polvo se pega en el barniz
- ¿Y qué vamos a comer? ¿Barniz? ¡No mames!- Yo en la emoción del dinero que pensaba cobrar, no había pensado en la comida, pero a esa hora todavía no vendían comida preparada y si quería terminar a buena hora no podía esperar, tenía que empezar a trabajar ya.
- Pues si quiere vaya a buscar algo para comer, pero no se tarde o se queda afuera, porque si empiezo a barnizar ya no abro.
-Pos dame dinero, yo no traigo y además al maestro le toca disparar la comida.
Saque un billete de cien pesos y se lo di.
-Tráigase un pan bimbo, jamón y queso.
-Y una cerveza ¿No?
-Andele pues. No se tarde, que hay que echarle ganas-. La vi alejarse y no pude contener una sonrisa, llevaba puesta una falda negra apretadisima y una blusa morada con estampado de flores, unas calcetas blancas hasta las rodillas y tenis de lona. Di la vuelta y regrese al trabajo. Arrodillado en el piso buscando afanosamente algún detalle por resanar, no sentí pasar el tiempo hasta que escuche llamar nuevamente a la puerta. Era la canica de regreso con dos bolsas. En una traía todo lo necesario para preparar una comida rápida y en la otra traía tres caguamas (Botella de cerveza en su presentación más grande) y una enorme sonrisa en la boca. - Ya volví- exclamo y su aliento alcohólico llego para anunciarme que ya había iniciado la fiesta.
- Pásele. Ya se tomo una cerveza ¿Verdad?
-A ti también te traje, mira- Mostrando la bolsa con las caguamas - Ayúdame, cabrón. No eres nada caballeroso, chinga.- Tome la bolsa y mientras buscaba un lugar en donde ponerla, le informe.
- Yo no tomo.
-¿Nunca?
- Casi nunca, una que otra vez en alguna fiesta.
- Pos hoy vas a tomar conmigo.
- No estamos aquí para tomar. Estamos para sacar un trabajo urgente.- Conteste mientras me preparaba un sándwich.
-Ay wey. ¿A poco muy responsable?- Su actitud me llevo a preguntarme si solo se había tomado una cerveza y al mirar mi reloj me sorprendí al constatar que se había tardado más de una hora en comprar la comida. Me acerque un bote y me senté en el, mientras me comía mi sándwich.
-¿Qué, no me piensas hacer uno a mi?- Interrogo la canica
- Nel. No soy su cocinero.-Respondí molesto.
- Uyuyuy, mano. Tu de veras te crees muy chingón ¿verdad?- Ante mi silencio, continuo- Pa' mi eres un pinche escuincle, no me quieras apantallar, mamoncitos como tú me los paso por el arco del triunfo. Estoy hasta la madre de pinches presumiditos que al rato me andan pidiendo las nalgas.
-¿Que le parece si lo dejamos así?- Propuse ya bastante encabronado- come, se lleva sus caguamas y si la vi, no me acuerdo
-¿Me corres?
-No... La estoy invitando a remar en Chapultepec- irónico.- Ya llévese la bolsa de caguamas y ahí nos vidrios. Yo tengo mucho trabajo y usted nomas me está quitando el tiempo.
- Pos no me voy wey. ¿Cómo ves? A ver, sácame culero.- Decidí no dar pie a sus agresiones y me prepare otro sándwich. Ella al sentirse ignorada insistió. -¿De verdad no me vas a invitar de tragar?
-Invitada ya esta. No come porque no quiere, la comida ahí esta. Prepárese lo que quiera.- Se inclino frente a mí y se preparo un bocado sin perderme de vista, se sentó en el segundo escalón de la escalera principal.
- Yo si te voy a servir cerveza, Pa' que veas que no soy gacha como tú. Pinche presumidito.- Se levanto y al darme la espalda pude notar que su falda se empolvo justo en las nalgas dejando la parte central con su color original, esto me causo gracia y sonreí. Era como tenerla desnuda frente a mí, aunque con la falda puesta.
-¿De que te ríes?- Pregunto mientras me ofrecía un vaso desechable lleno de cerveza. Lo recibí y di un sorbo.
-¿Esta prohibido sonreír?- Conteste.
-Mira, hijo. Si te vas a reír, que sea conmigo. Nunca de mí. ¿Quedo claro?
- Muy claro.
-Tómale bien, parece que estas tomando atole- Me recrimino refiriéndose a la cerveza.
-Así tomo yo. Usted no se fije. Acuérdese que venimos a chambear. Me levante, apure el resto de cerveza y me dispuse a continuar mi trabajo.
-¿Que, ya terminaste?-Interrogo
-Todavía ni empiezo. Termine de comer y me hace favor de barrer el pasillo y la escalera.
- No chingues, apenas voy empezando- Reclamo airada.
-Mire, o yo no hablo en español o usted escucha en chino, pero no nos estamos entendiendo pa' ni madres. Dije que termine y cuando lo haya hecho por favor barre. ¿Quedo claro?
- ¿Muchos huevos, cabrón?-Reto nuevamente, pero al notar mi enojo, agrego.
-Digo, Porque a mi me encantan revueltos- y se río con estrépito, su desfachatez me pareció graciosa y me reí con ella.
- ¿Ya ves? Si queriendo podemos entendernos, pero a ti te da por creerte mucho.
Decidí dejar pasar de largo el comentario y me arrodille para continuar la revisión y resane del piso, el calor en mis mejillas me anuncio que el alcohol estaba causando efecto, pero un vaso no era como para preocuparme y continué con mi labor. Al cabo de unos minutos, la canica rompió el silencio y anuncio.
-Ora si, a chambear se ha dicho. Ora veras lo que es trabajar de a de veras.
-Aleluya.- Respondí- Chéqueme que las puertas estén bien cerradas y sorpréndame con sus grandes habilidades.-Al pasar a mi lado mi vista se dirigió a su trasero y esta vez ya no me pareció un cuadro tan ridículo, volví a bajar la vista justo cuando parecía voltear hacia mí y cuando me propuso servirme otro vaso de cerveza, acepte solo para verla inclinarse frente a mí y poder observar ese trasero lleno de aserrín en polvo. Ella giro la cabeza rápidamente y me sorprendió mirando su trasero, dibujo una gran sonrisa de satisfacción y sentencio con picardía
- Se te antoja ¿Verdad?- Sentí vergüenza y fingí no comprender
-¿Qué?
-La cerveza wey. Se ve bien rica o... ¿Qué pensaste?-Burlona
-Se ve buena.-Comente
- Y esta mejor de lo que se ve.- Dijo con doble intención, mientras me daba el vaso lleno de cerveza.
- Solo hace falta un cigarrito- Dije mientras sacaba de mi bolsillo una cajetilla de marlboro rojos -¿Fuma?- ¿Ya ves? Si queriendo podemos entendernos, pero a ti te da por creerte mucho.
Decidí dejar pasar de largo el comentario y me arrodille para continuar la revisión y resane del piso, el calor en mis mejillas me anuncio que el alcohol estaba causando efecto, pero un vaso no era como para preocuparme y continué con mi labor. Al cabo de unos minutos, la canica rompió el silencio y anuncio.
-Ora si, a chambear se ha dicho. Ora veras lo que es trabajar de a de veras.
-Aleluya.- Respondí- Chéqueme que las puertas estén bien cerradas y sorpréndame con sus grandes habilidades.-Al pasar a mi lado mi vista se dirigió a su trasero y esta vez ya no me pareció un cuadro tan ridículo, volví a bajar la vista justo cuando parecía voltear hacia mí y cuando me propuso servirme otro vaso de cerveza, acepte solo para verla inclinarse frente a mí y poder observar ese trasero lleno de aserrín en polvo. Ella giro la cabeza rápidamente y me sorprendió mirando su trasero, dibujo una gran sonrisa de satisfacción y sentencio con picardía
- Se te antoja ¿Verdad?- Sentí vergüenza y fingí no comprender
-¿Qué?
-La cerveza wey. Se ve bien rica o... ¿Qué pensaste?-Burlona
-Se ve buena.-Comente
- Y esta mejor de lo que se ve.- Dijo con doble intención, mientras me daba el vaso lleno de cerveza.
-Claro. - Tomo uno y mientras le daba fuego, no dejo de mirarme provocativamente, inhalo el humo y mientras yo encendía mi cigarrillo, me lanzo una bocanada a la cara, queriendo lucir seductora, a mi el detalle me molesto (Esta pinche vieja se siente vampiresa de rancho. ¡Qué poca madre!) Se enderezo y dándome la espalda, observo atentamente la casa. Mi mirada se fue de inmediato a ese trasero que parecía cada vez más atractivo.
-¡Que casa tan chingona!- Exclamo.- Por acá puras casas de estas están construyendo ¿Verdad?- Sin esperar respuesta agrego- ¿Tu ya estas casado?
- Ya. - respondí sin vacilar, recordando un consejo de don Silver (-Si te quieres coger a una vieja, viuda o dejada... Nunca, pero nunca le digas que eres soltero. Esas viejas andan buscando quien las mantenga y si te saben soltero, nomas te lo van a dar a oler pa' engancharte, y te van a traer a la vuelta y vuelta hasta que les pidas que vivan contigo, en cambio si les dices que eres casado se hacen a la idea y te dan las nalgas lo más seguido posible, pa' ver si te convencen de dejar a tu vieja.) - Tengo un chavito de dos años- Agregue.
-Tomate tu "Chela". Como te gusta calentarla.
- Órale.- Respondí animado y apure mi vaso, entre los tragos y las bocanadas de humo, me sentí un poco mareado y me dije: Espérate tantito, nomas que empieces a barnizar y te vas a poner hasta el techo. Pinche Noecito. - Bueno, pues vamos a apurarnos que a este paso no vamos a terminar nunca.- Sentencie.
- ¿Por dónde empiezo?- Pregunto masticando las palabras, su borrachera estaba creciendo a gran velocidad.
- Por el pasillo superior, ya voy a empezar a barnizar y no quiero que vaya a caer polvo donde este recién barnizado. Una vez que barra hágame el favor de pasarle una jerga húmeda...
-¿Qué? ¿Qué me quieres pasar la que, por donde?- interrumpió
-...Para retirar el polvo sobrante- Nuevamente deje correr el comentario. Me sentía incapaz de contestar, esa mujer al parecer me daba veinte y las malas en cuanto a vulgaridades y vaya que yo era bueno de vulgar.
-¡Ah! ¡Jerga dijiste!- Como recién descubriendo el sentido de la frase y modificando su actitud me dijo. - Que se me hace que te doy miedo, tan grandote y tan miedoso.- No supe que contestar y agachando la mirada solo insistí.
- Hay que apurarse o no vamos a terminar temprano
-¿Y qué? ¿Te da miedo dormirte conmigo?
- Mucha platica ¿No? Lleva horas fintando y no puede empezar a trabajar, chinga.
- Ay, ya. No te encabrones wey. Ahorita empiezo.- Y subió las escaleras moviendo ese enorme trasero de una forma un tanto exagerada. Al destapar las latas de barniz y solvente, no pude evitar inhalar con placer los vapores que despedían( Si había una razón de mi alejamiento de ese oficio, era precisamente el enorme agrado que mi nariz sentía por los solventes y el agradable estado de letargo que me causaban a continuación) Observe con detenimiento el piso y me sentí afortunado al notar el tamaño de las duelas que lo conformaban, a pesar de el tiempo que llevaba sin practicar el barniz me sentí seguro, ya que las divisiones de las duelas evitarían que llegara a notarse algún empalme. Hundí la brocha en el recipiente que contenía el barniz y me dispuse a pasar una agradable tarde realizando uno de mis trabajos favoritos... ...Después de aproximadamente una hora, la voz de la canica me saco de mi concentración.
- Carajo, mano. Ya tengo rato esperando que me digas con que me sigo y tu ni me pelas, se ve que te gusta un chingo estar barnizando ¿Verdad?
- Perdón. Me encarrere. ¿Ya quedo bien barrido?
-¡A huevo! y ni un pinche polvito le eche a tu barniz. ¿Nos echamos otra cerveza?
- Espéreme a sacar esta línea, no se me vaya a notar el empalme.- Frente a mi podía ver un excelente avance en el piso y ciertamente parecía espejo, no se notaba la mas mínima partícula de polvo en su superficie. Me agache hasta casi tocar el piso con la mejilla, para apreciar mejor las irregularidades que pudiera haber en el terminado y casi salgo corriendo al sentir un piquete en el culo.
-¡Órale!, ¡No mame!- La canica estaba que se cagaba de la risa y apenas pudo contestar.
-¿A poco no sentiste chingón?
-¿Chingón? ¡Ni que fuera puto!
-¿No te gusta que te piquen el culo? Y entonces ¿Por qué nos lo pican a nosotras?
-¿Yo? ¿Cuando le he picado?
-¡Ay, ya! Ya empezaste de mamón otra vez. Mejor vamos a chingarnos esta caguama. Recorrí con la brocha el tramo que me faltaba para terminar esa línea y me puse en pie con la firme intención de devolverle el pinche piquetito a la muy jija de su chingada madre (Mira que picarme el culo a mi) Pero al levantarme me ataco un mareo y tuve que quedarme quieto por un instante, esto no lo elimino por completo y supe que de seguir tomando y fumando en poco tiempo estaría hasta la madre de borracho, pero no me importo. Mire hacia la canica y esta me dio otro vaso de cerveza y de inmediato se alejo, como esperando que la siguiera. Yo me hice el fuerte y subí un par de escalones para echar una ojeada a la escalera. Bebí mi cerveza de un par de tragos y encendí un cigarrillo mas, el mareo se intensifico de inmediato y sentí el calor característico en mis mejillas, pedí otra ración de cerveza y la canica me la sirvió de inmediato para nuevamente retirarse en esta ocasión hacia el piso recién barnizado.
- Hágase pa'ca. Oiga, no vaya a echarle polvo al barniz esta muy fresco.-
-¿Cual polvo?- Rezongo mostrándome las manos- Estoy bien limpiecita, Cabrón.
- Limpiecita de las manos ¿Pero qué tal de las nalgas?- Dio un par de vueltas riendo, tratando de verse las nalgas pero le resultaba imposible, así que se agacho y dejando la botella en el piso se paso una mano por la falda y observándola dijo.
- ¡Ay wey! si es cierto, y ¿Qué esperas que no me las sacudes?
-Pos nomas acérquese pa'ca, que allá me va a ensuciar el barniz. ¡Hágame caso, chinga!
-¡Ay como chingas con tu pinche barniz!- aprovechando su cercanía la jale por un brazo y le pase la mano por las nalgas.
- ¡Órale cabrón! ya te estás despachando solo, si no es supermercado. Pa' eso son... Pero se piden.
- ¿No me pidió que la sacudiera?
-Te dije que me sacudieras, No que me las sobaras.
Observe mi vaso lleno y me lo bebí apresuradamente. Decidido a continuar con el trabajo, aunque un poco excitado ya.
-¿No te echas otro vasito?- Sugirió la canica
Por un momento dude pero el estado en que me encontraba me estaba gustando cada vez mas y acepte.
-Pero primero me sacudes.
-Promesas son promesas-Respondí y me acerque a ella que de inmediato retrocedió riendo, la sujete por ambas nalgas y las apreté con fuerza separándolas un poco. Ella se esforzó por escapar y lo logro, sin dejar de argumentar.
- Así no se sacude wey, Dijimos sacudir.
-Pues dese la vuelta- se giro y de pronto recordó
- Tu lo que quieres es picarme el culo, pa' vengarte ¿Verdad?- y claramente pude notar como apretaba las nalgas.
-Ahí le va su sacudida- Di un par de manazos y la escuche retar
-Tienes manos de niña- Le propine la primer nalgada seria y esta sonó fuertísimo y sentí despertar mi agresividad de inmediato- Ella exclamo
-¡Ay wey! no te pases, no seas cabrón.
- Apenas, si la toque. ¡Qué chillona! Ni aguanta nada y se las da de sabrosa.
Se retiro molesta y sin verme, pregunto- ¿En qué me sigo? ¡Ya me anda por largarme!
- Hay que lijar los escalones desde la mitad de la escalera hasta arriba.
-¿Que, no ya estaban lijados?
-Les falto una asentadita y su buena limpiada con la jerga- dije y me dispuse a seguir barnizando. Me arrodille y continué aplicando barniz a la madera, a mis espaldas podía escuchar el sonido de la lija al raspar la madera, de reojo observe a la canica. Quien mientras lijaba, movía las caderas de una forma que me éxito de inmediato, aun en la posición en que me encontraba sentí como mi miembro se desdoblaba. En ningún momento me pregunte si ella aceptaría, simplemente lo di por hecho y decidí apurarme a terminar el tramo faltante para poder disponer de esas nalgas tan incitadoras. Volví a observar ese trasero tan prominente y ya no baje la mirada cuando ella en un rápido movimiento de cabeza me sorprendió mirándola.
- Te vas a quedar bizco por mirón- exclamo sonriente y mientras se pasaba la mano por las nalgas
añadió lastimeramente- todavía me duele un chingo la nalgada que me diste.
- En cuanto termine con este barniz le voy a aliviar todas sus penas, chaparrita.- Exprese con convicción.
Ella comprendió de inmediato y rezongo.
- No, ni madres, mejor ya me voy - Aparentando una alarma que estaba muy lejos de sentir. Ignore por completo su comentario y ataque el último tramo de duela con la brocha.
Al dar el último brochazo, note una sensación extraña invadir mi estomago y al levantarme sentí un temblor recorrer todo mi cuerpo, un mareo intenso pero agradable me invadió desde el cerebro y poco a poco sentí como todas esas sensaciones se fundían en una sola y se concentraban en un solo punto..... Mi campeoncito. Lentamente gire y me dispuse a subir los pocos peldaños que me separaban de mi objetivo. Me sentía invadido por una falta de sensibilidad en todo el cuerpo y casi ni sentía tocar los escalones al avanzar. La canica hizo como que no me vio venir pero pude ver la tensión en su espalda aun antes de que la tocara. El desnivel de la escalera me permitió abordarla desde abajo y en un rápido movimiento subí su falda encontrando muy poca resistencia de su parte ni el hecho de que no trajera calzones me sorprendió, me encontraba totalmente aletargado. Entre la nicotina, el alcohol y los solventes me habían llevado a un estado de conciencia en que los hechos más extraños, parecían completamente lógicos.
- Aguanta, cabrón. Espérate, no chingues. Estas muy chavo pa' mi- fingía protestar la canica mientras aparentaba resistirse a mis embates pero cuando la solté para bajarme el pantalón se quedo quietecita en la misma posición que la deje y cuando puse mi campeoncito entre sus nalgas. Exclamo- ¡No! ¡Por ahí, no!.- y tomándolo con una mano lo dirigió a su vagina. Con un fuerte impulso entre en ella y la escuche exclamar- ¡Ungh! ¡No mames! ¡Pareces animal!
Sus quejas me hicieron sentir poderoso y aumente el ritmo de mis embates. A cada choque de nuestros físicos se escuchaba un fuerte chasquido y la carne de sus nalgas formaba pequeñas olas que se desplazaban rápidamente hacia su cintura, a mi memoria llego un viejo chiste.
-Pregunta:¿ Como prefieres los huevos?-
-Respuesta: Rebotando contra un buen par de nalgas.
La vista de esa mujer a mi completa disposición me puso frenético y trate de sujetarla por los brazos pero, ella adivinando mis intenciones los alejo de mi. Coloque mis manos en los costados de su cintura y oprimí fuertemente, ella busco mis manos con desesperación y aproveche para sujetar sus muñecas, con lo cual logre el control total sobre su cuerpo, alejándola al salir y atrayéndola al penetrarla, estaba buscando placer y poder y vaya que lo conseguía. Ella emitía unos gemidos cada vez más sonoros y a mí no me importo si alguien los escuchaba, pero de pronto me pareció escuchar alguna forma de mensaje y pregunte sin aminorar el ritmo
-¿Qué?- A lo que recibí como respuesta
- ¡Mun tupres!- Temí lastimarla y repetí la pregunta
-¿Que dices?- y volví a escuchar
- ¡Cuntupres!- Muy desconcertado y algo alarmado me detuve y aun dentro de ella, insistí- ¿Que dices?
-¡Que no te pares, pendejo!- La exigencia en su reclamo me alago y a la vez acrecentó mi sensación de poder, ya no tuve miramientos y empuje mi miembro en su interior con todo el peso de mi cuerpo mientras la jalaba por los brazos, su cabeza se ladeo contra un escalón y grito claramente.- ¡ Así, Cabrón! ¡Así, Hijo de la chingada! ¡Ay mamita! ¡Ay mama¡- Mientras la mecía por completo y de pronto se callo y su cuerpo se desguanzo todito.
-Ora sí. Ya vente. Vente rápido, papacito ¡Ungh!-Exclamo al sentirme terminar.
Cuando salí de su interior, un mareo me obligo a sentarme en un escalón y mientras ella se ponía en pie, yo me recargue contra el pasamanos.
-Oye ¿Y sirve el pinche baño?-Pregunto.
-Sí. Yo lo use hace un rato.
-Que bueno. Voy a lavarme. No mames me lastimaste, wey. Me arde bien cabron. ¿Que tu vieja te tiene castigado? Parece que no cogías desde hace diez años.
Medite un momento y le pregunte.
-Usted se está cuidando. ¿Verdad?
-¿Cuidando de Quien? Solo que de ti y mira que pinche cogidota me pusiste, culero.
-Oh, chinga. Ya sabe, de no embarazarse.
-Ay no mames, hijo. ¿A mi edad? Yo ya no los cuajo. No chingues.
-¿Pos cuántos años tiene?
- Cuarenta y ocho y todavía aprieto chingón ¿A poco no?
-No, pos sí. Eso, Que ni que.- Respondí sabiamente
-Tengo perrito-Presumió- Me hubieras conocido a tu edad y te venias nomas con verme.
-Ay ay ay ay ay- incredulo.
-¿Que wey? ¿No me crees? ¡Pendejo! Yo si estaba buena. No mamadas y wey que me probaba, wey que regresaba. Porque lo que sea de cada quien. Yo si se mover el culo. Contigo porque ni chance me diste, wey. Coges como pinche gorila.- Y mientras entraba en el baño me urgió- Y apúrate cabron, que no me quiero quedar muy noche-. Me levante y me quite el pantalón y la trusa, quería lavarme también, sentí el sudor corriendo por mi torso y una agradable sensación de cansancio. Me encamine al baño mientras me quitaba la camisa, al entrar la encontré lavándose con una pierna sobre la tasa de baño y la falda de cinturón. Me vio de reojo y pregunto.
- ¿A poco vienes por mas? ¿Que no te alcanzo lo que te di?- Mientras observaba a su alrededor con cara traviesa. Sentí resurgir mi vigor y ella me reto.
-A que no aguantas otro.
- Ah Chinga. Como no voy a aguantar- Respondí ufano.
- Pero ora va a ser a mi modo, cabron. Ora me toca a mi.- Y los ojos se le fueron a mi campeoncito.- Pinche pitito con gorrito no mames.
- ¿Me está albureando?
- Cállate y túmbate ahí.
-¿En la tina?
-Si
-Ni madres. Pinche incomodidad, oiga.
-Oh tu acuéstate, yo me monto.
Y efectivamente disfrute la demostración. Con sus manos a un lado del cuello acariciándome y moviendo las caderas suavemente, me llevo hasta el final, para luego preguntar.
- ¿Qué tal?
- No, pos sí. Se la sabe. Se la sabe.- Acepte aun tirado en el fondo de la tina.
-Bueno pos ora sí. Ya sabes lo que es coger de a devis, cabron. ¿Verdad?
-Hey.- Un poco adormilado.
- No te vayas a dormir. Mejor vamos a echarnos la ultima "Chela" y terminamos, al cabo ya es poquito lo que falta.
Terminamos como a las siete de la noche y tuve que dejarle mi reloj en prenda de los quinientos pesos, nunca pude hacerla entender que a mí no me habían pagado todavía.
- Mira que chingón me saliste, ora si agarraste chalana y puta de gratis, ¿No? ¡Estas pendejo! Si mañana en la tarde no me has pagado, busco quien te rompa la madre y no te regreso tu pinche "molleja".
Con tan tiernas palabras me despidió y cuando al día siguiente recibí la paga, fui de inmediato a buscarla, "Amigos" le sobraban y alguno estaría dispuesto a darse de madrazos conmigo, por lograr sus favores. La encontré en la tienda acompañada de "La Oso". Quien sería como de mi edad pero ya andaba en los mismos pasos que la canica.
- A ver, señora. Aquí le traigo su lana. ¿Trajo mi reloj?
-A huevo. Caite con quinientos y toma tu "Molleja". ¿Qué te dijeron de la chamba? ¿Les gusto?
-Si, claro. Ya pagaron ¿No?
- Tenía que ser- Y mirando a su compañera con complicidad. Comento- Pos si les dejamos un trabajo bien chingón y todavía recogimos- Se rieron a carcajadas y mientras salían de la tienda, escuche a la oso preguntarle- Y ¿Si te cuidas? No te vayas a embarazar.
23 de Septiembre de 2008
Publicado originalmente en Escuchando Al Pasado
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